Pensamos demasiado
- laconsultadesusi
- 28 feb
- 1 Min. de lectura

Construimos nuestro mundo, nuestra vida, con los planos del pensamiento. Lo que tiene que ser, como tiene que ser y cuando tiene que ser. Nos guiamos por un pensamiento racional que, en general, está condicionado por todo lo que vamos percibiendo, aprendiendo y adquiriendo a través de experiencias personales y ajenas, de creencias y valores transmitidos por el entorno familiar, cultural, educacional y social.
Pensamos y repensamos, analizamos, sopesamos ventajas e inconvenientes, valoramos, tratamos de encajar en nuestros esquemas el aluvión de información que recibimos; nos sentimos abrumados, saturados y desbordados; entramos en bucles infinitos de los que no sabemos salir. Cavilamos una y otra vez sobre lo mismo, cambiando algunas palabras, sinónimos con los que enmascaramos esa idea repetitiva que ronda nuestra cabeza.
La consecuencia de todo este exceso de razonamiento es que nos blindamos y acorazamos y no permitimos que nuevas ideas entren, y si lo hacen, pronto las apartamos, las alejamos. Estos soplos intuitivos, susurros del alma, corazonadas, flases chispeantes que en décimas de segundo nos hacen sonreír, embargándonos de emoción, sacándonos del laberinto y lanzándonos al espacio ilimitado donde todo es posible, son destellos de sabiduría que trascienden el tiempo, la lógica y la razón y nos abre los ojos a distintas perspectivas, elevándonos para tener una visión desde lo alto, global, multidimensional y real.
Solo bajando el volumen, las revoluciones y la velocidad mental podremos fluir con serenidad, explorar nuevos senderos, salir del estancamiento, pasar a la acción y acabar con los bloqueos; innovar y crear; descubrir lo increíble y empezar a volar… porque tenemos alas…