El filtro del corazón

Cuando nos llevamos un disgusto, un mal rato, una decepción; cuando las cosas no son como nos gustaría que fueran; cuando sentimos incomprensión; cuando la mente no entiende, hace preguntas, da respuestas incoherentes y sus argumentos no nos convencen, entramos en un remolino mareante y migrañoso, un enredo que atrapa y secuestra, que impide ver con claridad y serenidad.

Cómo controlar lo que parece incontrolable.

Tenemos armas infalibles: la atención y el corazón.

Empecemos preparando el terreno con unas respiraciones profundas y lentas que frenen la aceleración mental. Nos acomodamos en un lugar tranquilo y cerramos los ojos. Llevamos las manos a nuestro corazón y ponemos la atención en el aire que entra y sale por la nariz. Solo importa eso ahora: respirar, respirar…

Y cuando la calma aparezca podremos filtrar con el corazón esos pensamientos y así alejar su ruido y poder escuchar al alma, cuya sabiduría y amor nos permitirá ver con otros ojos, comprender y dejar de padecer.